jueves, 4 de diciembre de 2014

Los demostrativos en español.

En español, los demostrativos sirven para designar al sustantivo en relación a las personas del discurso, situándolo en el espacio, en el tiempo y en el discurso. De esa forma, establecen una ralación espacial y temporal respecto del hablante:

























I.  Adjetivos demostrativos

Los adjetivos van delante del nombre al que determinan y concuerdan en género y número con él.
El español es más preciso en relación a la capacidad para indicar la proximidad o bien la distancia, tanto en el tiempo como en el espacio, que otras lenguas y esta idea de distancia viene dada esencialmente por los demostrativos.

Estos pueden establecer una relación temporal o espacial con el hablante.
I. Este, estos, esta, estas: aquí, acá:
Uso para referirse a cosas, personas.
Cerca del que habla o relacionado con él: Esta camisa que tengo puesta. 
Uso para referirse a lugares:
Donde está el que habla: Este barrio en que vivo.
Uso para referirse a tiempos:
El presente: Te escribo esta semama, sin falta. 
Hablas, textos: 
El propio habla: Al leer esta carta, contáctenos.
!Esto es una mentira!

II. Ese, esos, esa, esas: ahí
Uso para referirse a cosas, personas.
Cerca del interlocutor o relacionedas con él: Esa moto que estás usando. 
Uso para referirse a lugares:
Donde no está es que habla o cercanos al interlocutor: ¿Volveremos a ese parque?
Uso para referirse a tiempos:
Pasado o futuro: Esos primeros meses fueron dificiles, después me acostumbré. 
Hablas, textos: 
Lo que dice otro, o un texto ajeno que se menciona: ¡No me digas eso!

III. Aquel, aquellos, aquella, aquellas, aquello: allí, allá
Uso para referirse a cosas, personas.
Lejos del que habla y de su interlocutor: Aquella alameda junto al puente. 
Uso para referirse a lugares:
Lugares lejanos y poco recordados: Hace años no paso por aquel edificio.
Uso para referirse a tiempos:
Pasado visto como muy distante: Me gusta recordar aquellos tiempos. 
Hablas, textos: 
Recordados como distante: Aquella voz era bellísima.

II.  Pronombres demostrativos
Los pronombres demostrativos sirven para nombrar y distinguir elementos que ya se han mencionado anteriormente, pero sin repetirlos. La forma de esos pronombres demostrativos varía según el género y el número, así como de los seres o las cosas que representan. La función que ocupan en la frase no conlleva ningún cambio en su forma.
Ejemplo 1:
¿Qué te parece este libro?
- Prefiero ese, el de poesía.

¡OJO!
I. Los adjetivos demostrativos acompañan siempre a un sustantivo, mientras que los pronombres reemplazan un nombre.
Ejemplo:
Me gusta esta camisa, pero voy a comprarme aquella que tiene flores. 
esta = adjetivo demostrativo 
aquella = pronombre demostrativo

II. Las formas neutras del pronombre en español son las siguientes: estoeso y aquello. Tiene un sentido generalizador de "cosa" o "asunto".
Ejemplos: 
Esto no puede continuar así.
Eso lo hago yo en cinco minutos.
¿Qué es aquello que se ve detrás de las montañas?

Aquello impide que nos encontremos (aquel problema)

III. No existen contracciones con los pronombres demostrativos en español.
Ejemplos: 
De este modo no llegas a lugar ningún. 
En estos asuntos no me meto.
¿Quiere un poco de esta ensalada?
Los calcetines están es ese cajón de la derecha. 
Estaba pensando en aquella vez que fuimos a Buenos Aires. 

IV. En español, el demostrativo masculino termina en OS, la diferencia de la forma masculina del portugués, que termina es ES.  
Ejemplo: Esos zapatos son de Carlos. 

Fuente: DIFERENCIAS DE USOS GRAMATICALES ENTRE ESPAÑOL / PORTUGUÉS (PÁGINA 20).
GRAMÁTICA Y PRÁTICA DE ESPAÑOL PARA BRASILEÑOS. (UNIDAD 13 - PÁGINA 36)




viernes, 14 de febrero de 2014

7 errores gramaticas muy comunes en español.

Aunque en ocasiones no lo parezca, todos hemos ido a la escuela y nuestros profesores nos han enseñado cuáles son las principales reglas gramaticales del idioma castellano. Por gramática entendemos la organización de las palabras dentro de una oración, y sus reglas y principios. Parece muy sencillo cumplirlas, pero diversos factores provocan que en muchas ocasiones hagamos caso omiso de ellas. Uno de ellos es el uso del castellano en cada zona de España, que hace que lo incorrecto esté ampliamente extendido. Es el caso, por ejemplo, del leísmo castellano. Otro factor es la urgencia de la expresión: cuando hablamos en voz alta, resulta difícil vigilar las concordancias de género y número y es habitual que incurramos en leves, aunque comprensibles, errores.
Junto a la Ortografía y el Diccionario, la Gramática es uno de los tres libros más importantes de los publicados por la Real Academia de la Lengua Española. La edición de 2009, que fue la primera editada por la academia desde 1931, fue responsabilidad del lingüista Ignacio Bosque Muñoz, catedrático de Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid, y se trata de la obra de referencia sobre este tema. Para septiembre de este año está prevista una nueva edición. Pero, ¿cuáles son los errores que se cometen más a menudo? Todos podemos encontrar la solución en nuestros libros de texto, pero seguramente estos estén cogiendo polvo en algún lugar oculto de nuestro hogar…
“Cuatro de cada cien lleva una mala alimentación”: errores de concordancia. Uno de los más habituales en el lenguaje hablado, ya que al pensar sobre la marcha tendemos a centrarnos más en el contenido que en la forma de lo que decimos. Debemos tener cuidado con expresiones como “la mayoría de personas”, ya que el verbo ha de concordar con el sujeto, que es “la mayoría”, y no con “las personas”, aunque la RAE ya no considere incorrecto concordar con este complemento. La utilización de pronombres puede confundirnos fácilmente (como ocurre con el caso de “les tengo envidia a estas personas”, que ha de ir en plural) o cuando un adjetivo ha de concordar con el complemento directo (“pinta azules esas palabras” en lugar de “pinta azul esa palabra”).
“Si querría hacerlo…”: utilización incorrecta del subjuntivo. El empleo de este modo verbal constituye una de las mayores dificultades que hemos de afrontar en nuestro habla, ya que requiere un esfuerzo mental mucho mayor por lo alambicadas que resultan las construcciones en las que aparece el subjuntivo, que por lo general suele indicar posibilidad, incertidumbre o subjetividad. En muchas ocasiones, lo que ocurre es que se utiliza el modo indicativo cuando debería emplearse el subjuntivo. Es el caso, por ejemplo, de “estaría bien que vengas” o “hubiese preferido que estás”. Suele ocurrir a menudo también en la utilización de condicionales, como es el caso de “si yo tendría más tiempo…”, incorrecto.
“Bajo ningún punto de vista”: utilización incorrecta de preposiciones.Cualquiera que haya estudiado con un poco de profundidad el idioma inglés sabrá que los llamados “phrasal verbs”, con sus matices obtenidos gracias a las diferentes preposiciones, resultan altamente complicados para el no angloparlante. En español no es exactamente igual de difícil, pero aun así, tenemos dificultades para diferenciar cuál es la preposición exacta que se debe emplear con cada verbo. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los galicismos “a tomar”, “a decidir”, etc., que se deben expresar con una oración subordinada (por ejemplo, “es una decisión que se debe tomar” es correcto y “es una decisión a tomar”, incorrecto), o expresiones mal utilizas como “quedar de venir”, “bajo ningún punto de vista” (se debe decir “desde ningún punto de vista”), “cerca a” o “en consecuencia a” (las correctas son “cerca de”, o “como consecuencia de”).
“No pienses de que te vas a salir con la tuya”: dequeísmo. Una de las variantes del punto anterior, que nos lleva a utilizar expresiones como “me dijo de que tenía razón” o como “resulta de que había venido muy pronto”. Ojo, porque esta regla es un arma de doble filo. Hay que tener cuidado con no pasarse con la corrección y comenzar a utilizar de manera incorrecta expresiones como “me olvidé comprar” (que debería ser “me olvidé de comprar”) o no utilizar nunca “de que”, incluso cuando está bien (como es el caso de los verbos “acordarse”, “presumir”, “estar seguro”, etc.).
“Le quiero mucho”. Laísmo, leísmo y loísmo. El triángulo de las Bermudas de la meseta castellana. El menos habitual de los tres es el loísmo, que consiste en sustituir el pronombre “le” (objeto indirecto) por “lo” (objeto directo). Un ejemplo de esta mala utilización sería decir “lo voy a dar un beso”. El laísmo consiste en utilizar “la” como complemento indirecto cuando la única palabra que puede cumplir esa función es “le”. Por ejemplo, la oración “la voy a dar un beso”, que aunque se refiera al género femenino, debe emplear “le”. El más habitual en esta triada es el leísmo, la sustitución del complemento directo “lo” por el “le” que debería utilizarse únicamente para complementos indirectos. Por ejemplo: “le quiero mucho”. Aunque se considera un vulgarismo, la RAE considera aceptable el leísmo.
“Ayer vinistes pronto”. Añadir “s” en la segunda persona del pretérito imperfecto de singular. “Tú comistes”, “tú pensastes”, “tú vinistes”. Todas estas expresiones son absolutamente incorrectas, y no deben emplearse jamás.

“Hubo un incendio, muriendo tres personas”: gerundio de posterioridad. Uno de los más empleados en la prensa, ya que muchos no son conscientes de que este empleo de la expresión es incorrecto. Consiste en utilizar el gerundio para expresar una acción que ocurre detrás de otra, como es el caso de “se cayó por las escaleras rompiéndose una pierna”. Es incorrecto, ya que el gerundio sólo puede emplearse para expresar simultaneidad.