domingo, 16 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
7 errores gramaticas muy comunes en español.
Aunque en ocasiones no lo parezca, todos hemos ido a la escuela y nuestros
profesores nos han enseñado cuáles son las principales reglas gramaticales del
idioma castellano. Por gramática entendemos la
organización de las palabras dentro de una oración, y sus reglas y principios.
Parece muy sencillo cumplirlas, pero diversos factores provocan que en muchas
ocasiones hagamos caso omiso de ellas. Uno de ellos es el uso del castellano en
cada zona de España, que hace que lo incorrecto esté ampliamente extendido. Es
el caso, por ejemplo, del leísmo castellano. Otro factor es la urgencia de la
expresión: cuando hablamos en voz alta, resulta difícil vigilar las
concordancias de género y número y es habitual que incurramos en leves, aunque
comprensibles, errores.
Junto a la Ortografía y el Diccionario,
la Gramática es uno
de los tres libros más importantes de los publicados por la Real Academia de la
Lengua Española. La edición de 2009, que fue la primera editada por la
academia desde 1931, fue responsabilidad del lingüista Ignacio Bosque Muñoz,
catedrático de Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid, y
se trata de la obra de referencia sobre este tema. Para septiembre de este año
está prevista una nueva edición. Pero, ¿cuáles son los errores que se cometen
más a menudo? Todos podemos encontrar la solución en nuestros libros de texto,
pero seguramente estos estén cogiendo polvo en algún lugar oculto de nuestro
hogar…
“Cuatro de cada cien lleva una
mala alimentación”: errores de concordancia. Uno de los más habituales en el lenguaje hablado, ya que al pensar sobre la
marcha tendemos a centrarnos más en el contenido que en la forma de lo que
decimos. Debemos tener cuidado con expresiones como “la mayoría de personas”,
ya que el verbo ha de concordar con el sujeto, que es “la mayoría”, y no con
“las personas”, aunque la RAE ya no considere incorrecto concordar con este
complemento. La utilización de pronombres puede confundirnos fácilmente (como
ocurre con el caso de “les tengo envidia a estas personas”, que ha de ir en
plural) o cuando un adjetivo ha de concordar con el complemento directo (“pinta
azules esas palabras” en lugar de “pinta azul esa palabra”).
“Si querría hacerlo…”:
utilización incorrecta del subjuntivo. El empleo de este modo verbal constituye una de
las mayores dificultades que hemos de afrontar en nuestro habla, ya que
requiere un esfuerzo mental mucho mayor por lo alambicadas que resultan las
construcciones en las que aparece el subjuntivo, que por lo general suele
indicar posibilidad, incertidumbre o subjetividad. En muchas ocasiones, lo que
ocurre es que se utiliza el modo indicativo cuando debería emplearse el
subjuntivo. Es el caso, por ejemplo, de “estaría bien que vengas” o “hubiese
preferido que estás”. Suele ocurrir a menudo también en la utilización de
condicionales, como es el caso de “si yo tendría más tiempo…”, incorrecto.
“Bajo ningún punto de vista”:
utilización incorrecta de preposiciones.Cualquiera que haya estudiado con un
poco de profundidad el idioma inglés sabrá que los llamados “phrasal verbs”,
con sus matices obtenidos gracias a las diferentes preposiciones, resultan
altamente complicados para el no angloparlante. En español no es exactamente
igual de difícil, pero aun así, tenemos dificultades para diferenciar cuál es la
preposición exacta que se debe emplear con cada verbo. Es lo que ocurre, por
ejemplo, con los galicismos “a tomar”, “a decidir”, etc., que se deben expresar
con una oración subordinada (por ejemplo, “es una decisión que se debe tomar”
es correcto y “es una decisión a tomar”, incorrecto), o expresiones mal
utilizas como “quedar de venir”, “bajo ningún punto de vista” (se debe decir
“desde ningún punto de vista”), “cerca a” o “en consecuencia a” (las correctas
son “cerca de”, o “como consecuencia de”).
“No pienses de que te vas a
salir con la tuya”: dequeísmo. Una de las variantes del punto anterior, que nos lleva
a utilizar expresiones como “me dijo de que tenía razón” o como “resulta de que
había venido muy pronto”. Ojo, porque esta regla es un arma de doble filo. Hay
que tener cuidado con no pasarse con la corrección y comenzar a utilizar de
manera incorrecta expresiones como “me olvidé comprar” (que debería ser “me
olvidé de comprar”) o no utilizar nunca “de que”, incluso cuando está bien
(como es el caso de los verbos “acordarse”, “presumir”, “estar seguro”, etc.).
“Le quiero mucho”. Laísmo,
leísmo y loísmo. El triángulo de las Bermudas de la
meseta castellana. El menos habitual de los tres es el loísmo, que consiste en
sustituir el pronombre “le” (objeto indirecto) por “lo” (objeto directo). Un
ejemplo de esta mala utilización sería decir “lo voy a dar un beso”. El laísmo
consiste en utilizar “la” como complemento indirecto cuando la única palabra
que puede cumplir esa función es “le”. Por ejemplo, la oración “la voy a dar un
beso”, que aunque se refiera al género femenino, debe emplear “le”. El más
habitual en esta triada es el leísmo, la sustitución del complemento directo
“lo” por el “le” que debería utilizarse únicamente para complementos indirectos.
Por ejemplo: “le quiero mucho”. Aunque se considera un vulgarismo, la RAE
considera aceptable el leísmo.
“Ayer vinistes pronto”. Añadir “s” en la segunda persona del pretérito imperfecto de singular. “Tú
comistes”, “tú pensastes”, “tú vinistes”. Todas estas expresiones son
absolutamente incorrectas, y no deben emplearse jamás.
“Hubo un incendio, muriendo
tres personas”: gerundio de posterioridad. Uno de los más empleados en la
prensa, ya que muchos no son conscientes de que este empleo de la expresión es
incorrecto. Consiste en utilizar el gerundio para expresar una acción que
ocurre detrás de otra, como es el caso de “se cayó por las escaleras
rompiéndose una pierna”. Es incorrecto, ya que el gerundio sólo puede emplearse
para expresar simultaneidad.
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